Repensar la Calidad de vida

Erika Rosario García Martínez –  Humanidades

Coordinadora Editorial

 

La manera en que llevamos nuestras vidas, ¿es ejecutada como nosotros queremos que sea? En la actualidad, los medios de comunicación nos bombardea con información que nos dice “cuida tu alimentación”, “no fumes”, “viaja”, “pon tu educación por delante de tu reproducción”, “haz yoga”. Pero, ¿todo esto nos asegura una buena calidad de vida? Para empezar, ¿Qué es Calidad de vida? ¿Cómo la medimos? ¿Para que nos sirve tal concepto? Tras el fin de la segunda guerra mundial, las instituciones internacionales nacientes se preocuparon en garantizar que la vida de los hombres no volviera a tener los daños que las guerras anteriores les habían causado. Por tal, comenzaron a pensar en que las necesidades básicas de las personas fueran cubiertas. Para lograr esto a nivel global, se creó un lenguaje común que guiara la obtención de estas necesidades; la principal, era garantizar el derecho a la vida: el origen de todas las demás necesidades.

Este lineamiento de índices se dió en una época en la que el capitalismo estaba en su mayor auge. Estados Unidos había salido victorioso de la Segunda Guerra mundial e ideológicamente el capitalismo iba por delante del socialismo en la Guerra fría. El Estado de bienestar* era el modelo económico presente y en apoyo a la globalización nacieron instituciones internacionales como la ONU y la OCDE, quienes a partir de ese momento, establecerían, medirían e impulsarían dichos índices.


*Modelo económico a través del cual el Estado tenía el dominio de los servicios y la industria y a través de este medio proporcionaba a los ciudadanos derechos sociales.

Los grandes avances que había tenido la ciencia para ese momento, así como la técnica y las condiciones de civilización significaron un papel determinante, ya que gracias a esto (y una conjunto de razones históricas como la era del imperialismo), surgió la llamada distinción entre el primer y el tercer mundo. A partir de esta división se determinaron cuáles serían los factores que establecerían la Calidad de Vida de un sujeto. El primer mundo se determinó como aquel que gozaba de todos o la mayoría de los índices que medían la Calidad de vida: acceso a la educación y la salud, desarrollo industrial, desarrollo comercial, alto ingreso económico, así como alto nivel de adquisición. Por otro lado, los países del tercer mundo no tenían acceso a la mayoría de estos. De tal manera que lo índices antes mencionados determinaron qué era Calidad de Vida y quiénes tenían acceso a ella.

Pero, vuelvo a cuestionar, ¿Estos índices nos aseguran Calidad de Vida? Seguro estos nos permiten tener cubiertas las necesidades básicas para vivir, pero esto no significa que vivamos bien. El sistema nos pone delante tales índices diciendo “anda, eso es lo que tienes que lograr para vivir bien”, entonces si no los tienes eres infeliz. El objetivo es que nunca abandones la dinámica, sino que por el contrario, te esfuerces en reproducirla. El capitalismo es feroz, pero al mismo nivel es perspicaz: ha encontrado (entre muchos otros) el modelo ideal para reglamentar internamente a un individuo a permanecer en el sistema y legitimarlo.

A través del discurso de lo que es la Calidad de Vida se normalizan las prácticas cotidianas. Entonces, el sujeto cree que querer comprar un iphone 6, que viajar por todo el mundo, que tener la ropa de moda, le hace tener una mejor vida. Se vuelve una carrera interminable: el que tiene más es el que “vive mejor”, pero aún con esto y por esto, es que siempre quiere más; el que tiene menos tiene que esforzarse el doble para tener todo lo que el primero tiene. Sin embargo, quien no tiene los alcances sociales, económicos y culturales para adquirir todo lo que el primero, tiene que renunciar a su hábitat para trabajar el doble, sacrificar su salud, aceptar el estrés y la vida apresurada, así como  renunciar a la convivencia con su familia y todo por “tener una buena vida”. Parece que el éxito es el acceso al consumo, dejando de lado la manera en que se llegue a ella. Las peripecias que el sujeto experimenta quedan de lado porque la Calidad de Vida no se mide como medio, sino como fin.

Debemos repensar la Calidad de Vida desde una postura diferente. Necesitamos tener presentes nuevas preguntas, ¿La Calidad de Vida se puede medir?, ¿Su naturaleza le permite ser cuantificable? ¿Todos los seres humanos queremos y podemos tener acceso a una Calidad de Vida común? Si bien es cierto que para entrar en esta discusión tenemos que adoptar una posición moral, se puede comprender de antemano que la Calidad de Vida no es tal cual nos la han planteado las instituciones. Antes de emitir una crítica se deben tener presentes las condiciones sociales, psicológicas y hasta ecológicas del medio en el que se desarrolla cada individuo: no todas son iguales siempre. Objetivar la Calidad de Vida es una lucha inalcanzable, ya que está en función de sujetos subjetivos. Sin embargo, tampoco se puede caer en la infinita subjetividad de cada individuo viviente.

Por tanto, la recomendación es preservar la vida del hombre. Cubrir sus derechos vitales: salud, educación, libertad. para que a partir de ahí tenga la capacidad de responderse a sí mismo un: ¿para qué seguir viviendo? No se puede creer que una institución sabe la manera en que cada quien responde a tal pregunta. Cada entorno cultural, social, económico y psicológico dicta una diferencia al momento de responder esta cuestión. Algo que se les olvida a éstas instituciones que buscan generalizar es que existen sujetos subalternos, que siempre hay “otros” como los indígenas, los enfermos, los locos. Ellos también tienen derecho a una Calidad de Vida, sin embargo su concepto de ella dista de la de los otros sujetos.  La Calidad de Vida es una responsabilidad propia que se puede llevar a cabo a partir de los preceptos vitales que se tienen para poder desarrollar tal ejecución. El bienestar individual no debe de estar por debajo del bienestar colectivo, ni viceversa.

Es por todo lo anterior que no podemos aprobar que Calidad de Vida es lo que este sistema y lo que los medios de comunicación nos dicen que es. Debemos tener en cuenta que es un instrumento de biopolítica al que tenemos que desmembrar para quedarnos con los principios vitales y apropiarnos a nuestra vida para tener la satisfacción deseada. De tal manera, que la definición más adecuada para entender el tema de este número es la que Rúben Ardila nos ofrece:

«Calidad de vida es un estado de satisfacción general, derivado de la realización de las potencialidades de la persona. Posee aspectos subjetivos y aspectos objetivos. Es una sensación subjetiva de bienestar físico, psicológico y social. Incluye como aspectos subjetivos la intimidad, la expresión emocional, la seguridad percibida, la productividad personal y la salud objetiva. Como aspectos objetivos el bienestar material, las relaciones armónicas con el ambiente físico y social y con la comunidad, y la salud objetivamente percibida».

 


Bibliografía
Ardila, R. (2003). Calidad de vida: una definición integradora . Revista Latinoamericana de Psicología, 35 (2), 161-164.
Bustelo Graffigna, E. (2008). ¿Vida o calidad de vida?. Salud Colectiva, 4 (2), 143-147.
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Ferrer Santos, U. (2008). El viviente, la vida y la calidad de vida. Cuadernos de Bioética, XIX (2), 213-221.
Gómez, M., & Sabeh, E. (2001). Calidad de vida. Evolución del concepto y su influencia en la investigación y la práctica. Salamanca: Instituto Universitario de Integración en la Comunidad, Facultad de Psicología, Universidad de Salamanca.
Hobsbawm, E. (2014). El tercer mundo. En Historia del Siglo XX (págs. 346-371). México: CRÍTICA.

 

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