Una app para un gobierno perfecto

Por Erika García Martínez•Humanidades

Los planes de la política poco se mueven. La innovación ha sido muy poco favorable en el ámbito de la política. ¿Nuevos discursos? No. ¿Nuevas estructuras? No. Por otro lado, los inventos son incontables: autos que se manejan solos, alimentos transgénicos, lentes de realidad virtual, tecnología wearable. Incluso, el otro día leí que un francés de apellido Pincheval inventó una píldora para que los gases tengan un olor a rosas o violetas: “debe ser uno de los regalos ideales para esta Navidad” citaba la nota.

Si las ciencias duras han avanzado más que las ciencias políticas, busquemos la manera en que las primeras nos puedan ayudar con las segundas. Quizá un breve repaso de la política en el continente nos ayude.

La presidencia de México se jugó entre la farándula y la compra de votos.  Ganó el candidato que tiene por esposa a una actriz de la cadena televisiva más vista en el país.Los inconformes intentaron frenar el acto a través de redes sociales. Los medios de comunicación jugaron y muy bien a favor del político.  

Al norte de este país, la gubernatura se obtuvo a través de un discurso de intolerancia, xenofobia y racismo. Estados Unidos agrega al primer presidente que no es político, sino más bien, un magnate empresario. A pesar de los pronósticos desconsoladores, este candidato gana: un discurso fuera del bien común clásico es la esperanza que los ciudadanos puede rescatar.

En Argentina algo similar ocurrió. Un hombre rico, inexperto en política llegó a la presidencia. Sus antecedentes: dirigir el club deportivo Boca Juniors y ser ejecutivo de las numerosas empresas de su padre. Sin embargo, logró derrotar a la izquierda y expulsar de esta manera a un gobierno dominado durante doce años por la familia Kirchner: la derecha liberal fue lo novedoso.

Venezuela, por su parte, ¡pobre Venezuela! ¡tan cerca de Cuba y tan lejos de Chávez! Maduro vive con la creencia de que proponer un nuevo gobierno es sugerir a los ciudadanos organizarse por comunas. Su gubernatura ha dejado sin comida al país, con exceso de violencia y emergencia sanitaria. Intentó seguir la corriente de Chávez, pero lo más innovador que ha logrado, e
s ser el primer presidente colombiano en gobernar Venezuela.

Cuba, el país más revolucionario ha terminado. La muerte de Fidel Castro marca el fin del siglo XX y con ello se observa la incertidumbre acerca del camino político que tomará la isla, cuando en 2018, la dictadura castrista llegue a su final tal como su actual presidente lo ha prometido.

Ya nadie revoluciona la política, no hay un Platón o un Maquiavelo que hable sobre el Estado perfecto, ni siquiera alguien que argumente lo contrario. Los políticos llegan a remover lo que el mandatario pasado les ha dejado,
poco les importa en realidad.
Su estratégia no va más allá del “a tal país le funcionó”, “este órgano mundial nos recomienda actuar de tal manera” “pensemos en uno de los tantos tratados comerciales que tenemos”.

La nueva manera de vivir la política se demuestra a través de tuits.El repudio se observa en las marchas que se organizan en facebook. ¿Para qué dedicarle tanto tiempo a los temas sociales?¿No es más placentero disfrutar de los bellos placeres que la avanzada ciencia nos ofrece?  

Total, si el estado llega a colapsar siempre nos quedarán las redes sociales para hacer trending topics.

Así es como la política de este siglo busca algo, pero nadie sabe qué es, porque nos encontramos en  “un mundo en el que no sólo no sabemos a dónde nos dirigimos, sino tampoco a dónde deberíamos dirigirnos”

#IdeaMillonaria: una app que diseñe el Estado perfecto.

¹Erich Hobsbawm, Historia del siglo XX, (Buenos Aires: Crítica, 1998)26

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